Ya no quiero hacer fotografía de moda
- Roberto Pacurucu

- 6 abr
- 3 Min. de lectura
(O eso pensaba en un impulso de incomodidad constante)

Hola a todos.
Quiero compartir con ustedes algo muy personal: una etapa de cambio que vengo atravesando desde hace casi dos años.
Mi relación con la fotografía de moda, que durante muchos años fue mi medio de vida y expresión, empezó a cambiar de forma silenciosa pero constante. Todo comenzó con una sensación de incomodidad, desconexión y desánimo. Mi estado de ánimo—que siempre ha sido mi brújula—me mostraba que algo ya no estaba funcionando.
Empecé bajando el ritmo. Dejé de aceptar muchos trabajos y me quedé solo con los proyectos que, en teoría, me interesaban. Pero incluso en esos, terminaba sintiéndome frustrado o emocionalmente agotado. Al principio pensé que el problema era el medio, la industria, las malas prácticas. Y aunque todo eso tiene su peso, la verdad más honesta es que yo ya no quería estar ahí.
Fue entonces cuando abrí Estudio Pacurucu, con la idea de diversificar mis ingresos y dejar de depender exclusivamente de las producciones. Pero con el tiempo entendí que, aunque cambié el formato, seguía estando dentro de la misma dinámica. Solo que vestida de otra forma. El estudio no funcionó. Y hoy entiendo que no tenía que funcionar, porque mi camino ya estaba yendo hacia otro lado.
Desde entonces me he permitido pausar. Dejar de hacer por inercia, escucharme más. Ver con honestidad hacia dónde quiere ir mi energía, no mi ego.
Y ahí, en medio de ese proceso, pensé muchas veces: ya no quiero hacer fotografía de moda. Pero con el tiempo entendí que eso era una reacción frente a una incomodidad constante, una forma de protegerme del agotamiento emocional que venía acumulando.
No sé si dejaré de hacer fotos para siempre. No sé cuándo, ni si volveré a hacerlo profesionalmente. Lo que sí sé es que si vuelvo a hacerlo, será desde otro lugar.
Ya no desde la búsqueda de reconocimiento, validación o necesidad de aprobación, sino desde algo más auténtico. Como cuando empecé a hacer fotos a los 15 años, por puro disfrute, sin expectativas, sin estrategia, solo porque me hacía bien.
Y mientras eso se acomoda, estoy explorando otro camino que desde hace tiempo me llamaba: el coaching transpersonal.
Lo vengo diciendo desde que tenía 20 años, y por fin me animé. Desde el primer día sentí que estaba donde debía estar. Cada clase, cada concepto, me conectó con pensamientos que siempre estuvieron ahí, solo que ahora puedo ponerles nombre y sentido.
Hoy ya no me mueve crear solo por crear. Tampoco busco lo mismo que antes. Me interesa aportar, compartir, acompañar, y quiero empezar por acá, por mi comunidad, por quienes me han acompañado durante tantos años.
Por eso decidí abrir este blog para todos. Ya no será un espacio exclusivo para suscriptores. Quiero que esté disponible para cualquier persona que lo necesite o que esté en una búsqueda parecida.
Mi idea es ir compartiendo, poco a poco, lo que estoy aprendiendo y lo que me ayudó en estos últimos años. Porque si algo tengo claro es que nada de lo que logré en mi carrera hubiera sido posible sin el trabajo interior que empecé hace más de 7 años, cuando fui a terapia por primera vez. Ese camino fue lo que me sostuvo, me aclaró y me permitió crecer.
Y ahora estoy en esa etapa de unir ambos mundos: lo que aprendí como fotógrafo y lo que estoy aprendiendo como acompañante.
Todavía no tengo todas las respuestas, pero sí una certeza: quiero estar al servicio. Acompañar a otros creativos a reconectar con su propósito, su visión y su fuerza creativa. A crear desde otro lugar.
Gracias por estar.
Gracias por leer.
Y gracias por acompañarme también en este nuevo comienzo.
Roberto



El problema que siento nos achaca a todo creativo es lo desgastante que puede llegar a ser el mezclar creatividad y negocios. Ponerle precio al arte sumado a esa constante necesidad de aplausos acaba con la creatividad y el propósito por el cual una inicia en cualquier carrera artística.
Muchos hemos pasado por esto, la tecnología ha avanzado tanto que nos ha desconectado del verdadero arte, las personas se han conectado tanto a la tecnología que los ha sacado de la realidad. Y el mayor terror de un artista es dejar de serlo, ahí es cuando sentimos que es tiempo de volver a conectarnos con nosotros y rescatar nuestro verdadero ser y rescatar y ayudar a las nuevas generaciones .
Nunca olvides que lo que se es, nunca se deja de ser .