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¿Desde qué lugar estás creando tu vida?




Hace un tiempo, todo lo que hacía partía de la necesidad de lograr, de cumplir, de avanzar.

Y no es que eso esté mal… simplemente hoy me doy cuenta de que había una voz más profunda que no estaba escuchando: la de mi alma.


Gran parte de mi vida la construí desde lo que no tuve. Desde muy joven, canalicé mis emociones a través de la fotografía. Fue mi forma de transformar la escasez, de buscar un lugar distinto al que conocía, de demostrarme que sí podía. La fotografía no solo fue un hobby ni una carrera: fue el puente hacia una vida mejor. Fue lo que me dio evidencia de que era capaz, adaptable, constante. Pero con el tiempo, esa herramienta también empezó a mostrarme sus límites.


Empecé a sentirme incómodo. A compararme. A enfermarme cada vez que tenía que sostener entornos que ya no vibraban conmigo. Mi garganta y mi estómago se volvían el canal donde se expresaba lo que no me atrevía a decir: “no quiero estar más acá”.


Desde un enfoque espiritual, la garganta es el centro energético del habla, la expresión y la verdad. Cuando se enferma, muchas veces es porque estamos callando algo importante, o porque no nos estamos permitiendo decir lo que realmente sentimos. El estómago, por otro lado, está vinculado al poder personal. A “digerir” lo que vivimos. Cuando se desequilibra, suele estar relacionado con la ansiedad, el control, o la dificultad de procesar algo que no termina de asentarse en nosotros.


Yo no estaba pudiendo digerir la vida que había construido.


Y es que muchas veces, incluso cuando algo se nos da bien, no significa que todavía nos haga bien. Eso me pasó con mi estudio. Lo último que hice porque “tenía que hacerlo”. Pensé que al crearlo estaba apostando por un nuevo ciclo, pero en el fondo solo estaba intentando sostener una identidad que ya no me representaba. Sentía que no sabía hacer otra cosa. Que eso era lo que “me tocaba aprovechar”.


Pero la voz que venía tratando de hacerse oír desde hace años era otra. Una que me pedía que me adentre más en temas espirituales. Que explore sobre la metafísica, el coaching, la numerología, el alma.  Que vuelva a enseñar, sí, pero no desde el deber, sino desde el propósito. Que regrese también a las interacciones humanas presenciales, cara a cara. Desde el 2020 decidí digitalizar mis cursos y programas por la pandemia, y desde entonces no he vuelto a ver en persona a quienes acompaño.


Extraño conocer sus historias, compartir procesos en tiempo real, hacer seguimiento, conversar, sentir el espacio común. Quiero volver a eso: a enseñar con presencia, a mejorar juntos, a crear algo que no se quede solo en la pantalla.


Hoy estoy trabajando en nuevos programas. Esta vez no solo para fotógrafos, sino para cualquier persona creativa o sensible que necesite reencontrarse con su voz. Que quiera crear desde otro lugar. No desde la exigencia o la comparación, sino desde el alma.


Las emociones también nos hablan


Las emociones son mensajeros. Nos traen información valiosa. A veces nos están pidiendo cambiar de rumbo, soltar un vínculo, poner un límite, revisar una costumbre, hacer una pausa o simplemente prestar atención a nuestro cuerpo.


El enojo, por ejemplo, me mostró que ya no estaba siendo feliz donde estaba. Que había un desajuste entre mi vida externa y lo que mi alma necesitaba. La incomodidad, por su parte, me empujó a dejar de conformarme.Y hoy entiendo que escuchar las emociones no es una debilidad, sino una forma de alinearnos.


Y ahora te pregunto:


¿Desde qué lugar estás creando tu vida hoy?

¿Qué parte de ti estás callando o ignorando, aunque tu cuerpo ya la esté gritando?

¿Qué fue lo último que hiciste por “deber” y no por verdad?


Te leo si quieres compartir.


Tal vez tu historia también le abra el camino a alguien más.


Con cariño,

Roberto

 
 
 

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